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Listening to the blackened sky... looking at the shiny stars.
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A Day In The Life

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Hoy iba a ser un lunes normal, tal y como cualquier otro, ya sabéis, el acostumbrado madrugón tedioso, el terrible camino a la facultad, a golpe de pedal, acosado por los monstruosos autobuses, y las nada novedosas clases. Pero a mitad de clase recibí un mensaje. Era mi padre, mi madre le había acompañado a Salobreña (trabaja allí) y pensaban ir a La Herradura a comer, me preguntaba si me apuntaba yo.
¿Cómo decir que no? ¿Cómo no iba a querer convertir una fría mañana de un lunes anónimo de noviembre en una visita al paraíso? Dije que sí sin dudar un nanosegundo y acordé coger un alsina a las 12 (y eran las 10.30!!! aú quedaba mañana!!) La pasé entera chasqueando los dedos y soñando despierto en una onírica playa llena de gaviotas...

Al fin llegó la hora de partir, cogí un autobús directo a Salobreña y pasé el viaje entero escuchando a Mike Oldfield (el invocaseñor de todos los mares) y observando el paisaje desolada urbano, camino de mi verdadero hogar.
Llegué a Salobreña, donde mis padres me llevaron en coche hasta La Herradura.



El mar estaba precioso, el Sol rielaba en él tan brillantemente que habías de apartar la mirada, el día era claro, un levante suave dispersaba la calima matinal que permitía ver la costa de Málaga sin ninguna dificultad.




Nada más poner los pies fuera del coche me quité los zapatos y los calcetines, anduve descalzo por mi casa, y noté con una sonrisa cómo mis pies agradecían el contacto. Era delicioso, el Sol me bañaba la cara, y yo cerraba los ojos para bailar con la brisa y dejarme llevar por las ondas.



Estaba silencioso, no había ni un alma, una media luna esmeralda petrificada en una calurosa mañana cerrada al gélido noviembre. Un oasis de tranquilidad en un día normal.
Me senté en el suelo y medité un rato, me olvidé de todo lo de Tierra Adentro y me concentré en lo que el Sol me quería contar, me tumbé en Mi Hogar, cosa que no hacía desde hacía mucho tiempo, ¡Estaba En Casa!




Almorcé en el Chambao De Joaquín, una deliciosa lubina, sin perder de vista el interminable mar que me había hipnotizado con su belleza. Tras terminar la comida seguí mirando fijamente el mar.
¡Al fin era feliz! ¡Feliz! ¡Estaba en casa! ¡Estaba en mi hogar y no había nadie que pudiera trastornarlo o trastocarlo, todas las preocupaciones que me acosaban y me asediaban desaparecieron durante unos mágicos instantes en que parecía flotar como una molécula de aire.



Cuando me quise dar cuenta eran las 17.00!!!




Se acabó, debía irme, y la partida resultó dolorosa, me dirigí descalzo al coche, y me estiré en el asiento trasero, observando el mar...




...despidiéndome...




...Sin Duda Hoy Ha Sido Un Gran Día
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Y no te encontré, pero fui a aquellos lugares donde sin duda habías estado...