A medida que fue cayendo a través del rugiente corazón de la Gran Mancha Roja, con aquellas luminosas tormentas eléctricas del tamaño de un continente detonando a su alrededor, supo por qué había perdurado a través de los siglos, a pesar de que lo componían gases de menor densidad que los que formaban los huracanes terrestres. El leve silbido del viento de hidrógeno se desvaneció mientras se sumergía en las profundidades más tranquilas, y desde las alturas descendió una llovizna de copos de nieve cerúlea, que se aglutinaban en verdaderas montañas de nieve hidrocarbónica, escasamente palpable. La temperatura era suficientemente alta como para que existiera agua líquida, pero no había océanos; ese ambiente enteramente gaseoso era demasiado tenue para sostenerlos.
Descendió nivel tras nivel de nubes, hasta que entró a una región de tal claridad que hasta la vista humana podría haber abarcado un área de más de cien kilómetros de ancho. Eso era apenas un remolino menor en el vasto torbellino de la Gran Mancha Roja; y guardaba un secreto que los hombres habían sospechado durante mucho tiempo, pero nunca habían confirmado.
Rodeando las laderas de las montañas espumosas había miríadas de nubes pequeñas, claramente delineadas, casi del mismo tamaño, y decoradas con manchas similares, rojas y marrones. Sólo eran pequeñas si se las comparaba con la escala inhumana de los alrededores; la más chica hubiera cubierto una gran ciudad.
Arthur C. Clarke
2010, Odisea Dos. Capítulo 38: Paisaje de espuma.
2010, Odisea Dos. Capítulo 38: Paisaje de espuma.
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Me recuerda el tipo éste a philip glass... no están nada mal ambos :P.
sí, recuerda a Glass...
que glassioso XD
:)
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